domingo, 20 de febrero de 2011

Viaje a la Ribera de Duero

Desde hace tiempo teníamos pendiente un viaje a la Ribera del Duero, para visitar unas cuantas bodegas y disfrutar de los lugares cercanos... Así que decidimos que este fin de semana saldaríamos esta deuda.

El sábado cogimos "carretera y manta" y... a Valladolid!

La primera parada fue Cepa 21, bodega perteneciente al tradicional grupo Emilio Moro. Se trata de una bodega minimalista y muy moderna, totalmente enfocada al enoturismo. La visita fue curiosa, ya que estábamos solos en la bodega y tuvimos la oportunidad de preguntar todo lo que se nos ocurría y observar cada cosa con todo detalle. Merece la pena la visita. Una terraza muy agradable y un salón para celebraciones muy bonito (por si alguno se anima a casarse por allí). Degustamos los dos vinos de la bodega: Cepa 21 e Hito. El primero ya lo habíamos probado antes, con un resultado excelente, la verdad. Y no nos decepcionó, sigue teniendo una armonía perfecta y muchos matices muy agradables. Sin duda, un vino muy recomendable. En cuanto a Hito, su "hermano pequeño", podemos decir que es un vino algo más suave que el principal de esta bodega, pero también resulta interesante; recomendable para tapeo o aperitivos.

La llaman la Bodega de los famosos, y es que cuenta entre sus socios fundadores con los ex-jugadores García Calvo y Ronaldo, el presentador Sergio Sauca y el actor Imanol Arias. Como curiosidad, comentar que el nombre intenta aunar tradición, con la palabra "Cepa" y modernidad, con el número "21", el siglo en el que nos encontramos.



Al medio día nos esperaba una maravillosa comida en Arzuaga. El menú: lechazo asado, regado con un crianza de la bodega. El vino, muy bueno, pero sin nada que le diferencie demasiado de otros muchos de la zona. En cualquier caso, una experiencia muy buena: unas vistas geniales a los viñedos, una comida sabrosa y la mejor compañía!
Nos alojamos en el hotel de la propia bodega. Si tenéis la oportunidad de conocerlo, no dejéis de hacerlo, habitación con todo tipo de detalles y buen servicio.



Por la tarde, la visita concertada era Protos. Esta bodega mezcla tradición y modernidad a partes iguales. Buena parte de la bodega está enterrada bajo el castillo de Peñafiel. Inmensas cuevas llenas de barricas, con su característico olor a suave madera te transportan, prácticamente, a otro siglo. Sin embargo, tras un pasillo se presenta el edificio nuevo, diseñado por el arquitecto inglés Richard Rogers y con similitudes a otro de sus trabajos, la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas. Aquí pudimos degustar cuatro vinos. El primero, un blanco verdejo, que siempre sabe bien! Después un rosado, que aunque no es el tipo de vino que más nos gusta, no estaba nada mal. El tercero era el joven roble de Protos, con 6 meses en barrica, lo que aporta ciertos tonos típicos de la madera. En cualquier caso, creemos que es mejor gastarse un poco más de dinero y elegir el Protos crianza, que siempre es un valor seguro. Éste fue, precisamente, el cuarto vino a probar. Un vino muy fácil de beber, bien ensamblado y con buena relación calidad-precio.

Siempre hemos sido críticos con Protos Roble, precisamente porque no está a la altura de la firma que representa, por que parece más bien lo contrario: se aprovecha el nombre para vender un vino poco cuidado. y digo esto porque siempre hemos sido conscientes de lo complicado que es gestionar el número de botellas que anualmente produce Protos.
En definitiva, nos hemos desprendido para la cata de prejuicios anteriores que condicionaran el resultado: mejor impresión que la anterior vez, pero es un vino con un impacto a madera absurdo y exagerado. Se jactan de tener el vino 6 meses en americano para que adquiera las propiedades de manera rápida y como resultado obtenemos un vino completamente desestructurado.
Resultaba curioso, por otra parte, lo evolucionado que estaba. Un vino de 2008 con ausencia de violaceos, por mucho que la guía se esforzara en encontrárselos, por eso de que es un vino joven (semi-crianza, que lo llaman para resaltar el paso por roble).
Tras la visita a Protos, un paseo por Peñafiel y a descansar.
Al día siguiente, un buen desayuno en el restaurante del hotel, con sus geniales vistas y paseo (en coche, que hacía mucho frío) por los alrededores, echando un vistazo a las innumerables bodegas que se reparten por doquier: Emina, Pesquera, Emilio Moro, Matarrometa, etc, etc, etc.
Y, para finalizar: visita a la bodega de Arzuaga. Algo distinta a las anteriores, porque salimos al aire libre, aunque no llegáramos a adentrarnos en los viñedos, pero algo más que en otras ocasiones se nos enseñó.
En esta ocasión, dos vinos a catar: La Planta y Pago Florentino. El primero, un vino jóven, de tapeo, que no estaba nada mal aunque, como hemos comentado otras veces, no destaca respecto a otros de su gama. El segundo, un vino manchego de gran calidad, perfectamente equilibrado, con un sabor potente, pero armonioso. Una muy grata sorpresa para nosotros, que siempre renegamos de los vinos manchegos, la verdad sea dicha. La única pega, el precio: 66€ en la propia bodega.
En definitiva, un viaje para recordar... y para repetir!!!

2 comentarios:

  1. Tengo que admitir que he leído "Arzuaga" y he pensado en "Amaya", no lo he podido evitar, jeje. @David, se repite cuanto antes mejor!

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